«The Descendants», no esperes a mañana
Pocas historias son más conmovedoras que una despedida. Siempre quedan cosas que decir, rencores por perdonar y preguntas sin responder.
Y pocas cosas tan modernamente humanas que creer, de forma inconsciente, que duraremos eternamente y que todo es aplazable. Pero ni una cosa ni la otra. Lo que no hagas ahora quizás ya no lo hagas. Hazlo.
Así de positivo y dramático es el mensaje de «The Descendants». Alexander Payne (About Schmidt, Sideways) firma esta película, tan distinta y tan sencilla de ver. Una comedia dramática que narra un viaje familiar hacia una nueva forma de ver la vida.
George Clooney (O Brother, Where Art Thou?, Ocean’s Eleven) es Matt King, dedicado abogado, descuidado padre y ausente marido. Al otro lado está Patricia Hastie (Lost), como su mujer, Elizabeth, de la que sólo sabremos detalles de forma indirecta.
Matt está flanqueado por sus dos hijas, la pequeña Scottie, interpretada por Amara Miller, y la distante Alexandra, interpretada por Shailene Woodley (The Secret Life of the American Teenager). Esta última interpreta además una de las mejores escenas de desconsuelo que he visto hasta la fecha, llegando a hacerte sentir en tu propio cuerpo el ahogo emocional.
Pero no hay road trip sin «el nota», y no hablo de Dude Lebowski, sino de Sid, interpretado por Nick Krause, que no sé si el nombre hace una jocosa referencia al personaje de Ice Age, pero podría. Torpe pero de buen corazón. Un recurso facilón para avivar la comedia, pero funciona.
Toda la historia ocurre en Hawái, lo que muchos de nostros entendemos como cercano al paraíso. Es una lástima que la vida no tenga banda sonora, porque «The Descendants» hace que desees que la tenga. La música del filme está inspirada por la cultura hawaiana, la original y la actual. Muchas guitarras, ukeleles y voces, que la hacen absolutamente armónica con la vibración de la película.
El montaje es arriesgado, con fundidos a negro que duran más de lo habitual y cortes que darían a debatir sobre el raccord de la película. Narrativamente hay momentos de la película que se muestran como comedia cuando no deberían. Pero a pesar de ello, el aspecto general resulta agradable y no distrae tanto de la historia como para molestar.
En el apartado fotográfico no habría mucho que destacar si no fuese porque Hawái puede mostrarnos parajes casi irreales, donde el capitalismo más voraz aún no ha mordido su tierra, y con suerte lo pararemos antes de que lo haga.
«The Descendants» es más que George Clooney; es, ante todo, una película humana que narra una situación difícil de controlar y para la que nadie está preparado. La narración tiene sus pequeños fallos, pero la historia es tan humana que difumina cualquier error.