«Papá, soy una zombi», mejor muerta

Según el guión de esta película, si una chica muere pero deja asuntos pendientes en su vida, se convierte en zombi. Es justo en este momento cuando Max Brooks, con la arteria carótida a punto de estallar, se ahoga con su propia saliva y muere.

Papá, soy una zombi

Algunos guionistas, o quien sea, tienen una confusión mental que es importante zanjar cuanto antes (papel y boli):

«Los niños no son idiotas bajitos, son niños» – Ignacio Lago.

Podéis ponerlo en mi epitafio.

Siguiendo esta sencilla premisa, «Papá, soy una zombi» no es cine infantil. Es una película para idiotas. Sin señalar.

Un argumento absurdo y repleto de estereotipos, clichés y niñas cuyo único y verdadero objetivo en la vida es enrollarse con un chico. No faltan tampoco los giros de guión brillantes como este diálogo:

— Hija, no pienses eso. Lo que piensas, sucede.
— ¡Ojalá estuviera muerta! — y se muere.

Así de profunda es esta película, donde ni los niños de la sala, que eran legión y rebosaban sobre sus asientos supletorios, reían las gracias. El humor de la película se ciñe a utilizar insultos creativos, del tipo:

— Eres más plasta que un moco de elefante.

Pero en medio de todo este absurdo intercambio de frases, defendidas como «a mi no me hace gracia, pero a los niños sí», aparecen referencias a la cultura faraónica o términos náuticos. La cara de los niños no es un poema porque ellos tiran para adelante, ya descubrirán si hacía falta saberlo.

Papá, soy una zombi

«Es que es para niños». No, señora, es para idiotas. Sólo necesito nombrar filmes como Les aventures de Tintin (1957-…), Tonari no Totoro (1988, Hayao Miyazaki), Toy Story (1995, John Lasseter) o Ice Age (2002, Chris Wedge, Carlos Saldanha) para argumentar mi defensa de un cine infantil de calidad.

Tengo una regla de oro: «Si los padres no se divierten como los niños, es que es una mierda».

No salva la película ni que la voz del padre y la del vagabundo, vestido de hippie, sean la del doblador de Jim Carrey.

Lenta, ñoña y con narrador en off para la hueca moraleja final.

Al menos en un videojuego hubiese sido interactivo. Por sacar algo positivo.