«La guerre est déclarée», luchando sin descanso
La dura e imprevisible batalla de plantarle cara a una enfermedad infantil, tanto más dura si además son unos padres jóvenes, primerizos e ilusionados los que deben enfrentarse a lo desconocido.
Los padres de la criatura se presentan como habitantes de la noche más marchosa sin escatimar en drogas, la madre, Juliette (Valérie Donzelli) y el padre, tan novelesco como lo imaginas, Roméo (Jérémie Elkaïm). Protagonistas de una inevitable historia de amor a toda costa, unidos ante la desgracia. Librando una guerra, batalla tras batalla, sin más consejero que su propio instinto.
Los actores protagonistas son excelentes, naturales y creíbles. Es algo que, además, cabe esperar de un filme que está basado en la historia real de la pareja, en la vida real, formada por Donzelli y Elkaïm. Inspiradores, actores, guionistas y directores.
«La guerre est déclarée» no es un drama cualquiera, sólo es clasificable como drama-optimista-psicodélico-musical. Una historia de optimismo y valentía ante el enemigo invisible, mezclada con música y secuencias dignas de 24 Hour Party People (2002, Michael Winterbottom).
Pero la asimilación no es sencilla y pides un descanso cuando llega la gran escena musical. Ambos protagonistas, enfrentados en el reflejo de un cristal, a cientos de kilómetros de distancia pero viendo al mismo infinito, con montaje de reflejo sobre reflejo. Piensas «No puede ser», pero el pensamiento se te corta como un alioli mal hecho cuando empiezan a cantar, pretendiendo una escena romántica de difícil digestión.
Después de analizarlo creo haber llegado al problema: a este filme o le sobra la ficción o le sobra ceñirse a la realidad. No veo complejo encontrar este mismo caso, real, ocurriendo aquí y ahora. A punto para que un documentalista capte su realidad y la monte con subjetividad emocional. Pero la pareja se aferra en exceso a contar algo que ya les ha ocurrido y construyen una realidad a medida de su experiencia o, mejor dicho, de su recuerdo de la misma.
Aunque sea un filme tocando la compleja línea entre la ficción basada en hechos reales y la no-ficción, estamos ante una propuesta fresca y natural que llama a un cine menos convencional. No gustará a todos, pero no dejará indiferentes.