«Bellflower», amor a llamaradas
Érase una vez dos amigos, fascinados por Mad Max, preparados para sobrevivir cuando el mundo sucumba al Apocalipsis.
Así comienza este cuento romántico creado por Evan Glodell, director, productor, guionista y protagonista del filme. Este joven se ha convertido ya en un ídolo del cine indie. Realmente merecido, pues pocas personas pueden coger 13.000 € y montar una película de este calibre.
En medio de las vidas post-apocalípticas de Woodrow y Aiden, dos jóvenes con tanta maña para la mecánica como falta de tacto con el sexo opuesto, se cruza una mujer con las armas necesarias para convertir el caos en autodestrucción.
A pesar de sonar a argumento predecible, la dirección que toma el filme se parece a un coche excesivamente revolucionando dando tumbos en una carretera mal asfaltada. Pero la estética es tan hipnotizante que no importa si te has perdido.
Ni los colores ni el grano de la imagen son casuales. Godell, conocido por sus habilidades para hackear cámaras de vídeo, ha utilizado una cámara casera, modificando y juntando piezas, que dota a la grabación de una atmósfera irrepetible y única.
Una película altamente inflamable en la que nada es casual, que nos recuerda que el cine no tiene reglas y que ya basta de tanta corrección en las formas. Si estás cansado de «lo de siempre» has dado en el clavo.
Nota: Puedes disfrutarla en el festival Atlántida Film Fest en filmin.com hasta el 7 de mayo de 2012.